GUERREROS MÍSTICOS

GUERREROS MÍSTICOS

sábado, 10 de junio de 2017

Capitulo 03


GOSAXIPE XU
ABORDANDO









“Te tengo una gran admiración, por eso te tengo en mi corazón”
DESCONOCIDO.

“Viajar para conocer, es algo realmente provechoso y cultural”
SARAI WOLF.




Una joven muchacha pelirroja con sombrero café, dos trenzas que le sobresalían a los lados y con unas anteojos rojos corría por entre la multitud, llevaba una mochila en la espalda y una hoja levantada en la mano izquierda, se abrió paso por entre la gente pero debido a su pequeño cuerpo le resulto difícil, después de angustiosos minutos en los que creía no llegar a tiempo pudo pasar por fin al frente de la multitud – ¡Aníbal, Aníbal! – gritaba la muchacha al acercarse corriendo a un barco, estaba a punto de subir por el puente cuando dos hombres la detuvieron.
– Excuse me miss, your tickets please.
– Eh ... I ... I have, my partner is on board, has the tickets.
– Sorry, no tickets. Can’t pass.
– But sir, I have to climb on board ... ANÍBAL! ANÍBAL! – Gritaba.
– Excuse me miss, must stand aside, allow other people.
– Pero… yo… no… yo quería ir – término derrumbándose en el piso, arrodillada con las manos en la cara llorando, las personas simplemente la miraban con curiosidad pasando de largo.
– ¿Que pasa pequeña? – Dijo un anciano poniéndole la mano en un hombro – ¿Por qué lloras?
– Es *snif* que *snif* – dijo entre sollozos – mis *snif* amigos están *snif* en el barco y no *snif* me dejan subir.
– No te preocupes pequeña, ven conmigo, te ayudare a subir.
– ¿De *snif* verdad?
– Por supuesto, veras… este viaje lo emprendería con mi nieta pero a último momento no pudo asistir, así que tengo un boleto extra ¿Qué dices? – dijo con una amable sonrisa.
– ¡¡¡Que si!!! – Dijo poniéndose de pie de un salto pero enseguida agacho la cabeza de nuevo – no… no tengo dinero suficiente para pagárselo.
– Pero criatura – dijo en un tono tierno – ¿Quién te dijo que te lo estaba cobrando?, si no te lo doy, igualmente ya no servirá después, es mejor aprovecharlo… Y además – dijo más alegre – estoy seguro que allá arriba – señalo el crucero – te está esperando alguien muy especial.
– Si – dijo ruborizándose – alguien muy especial.
La chica se limpio los ojos y siguió al amable señor de nuevo al puente, aunque ahora no tenia que atravesar gente porque parecía que por donde caminaba el anciano los demás se quitaban, la chica no le dio importancia y lo siguió.
Al llegar al puente ella se percato de una cosa, no le había dicho su nombre y si investigaban verían que no son parientes pero si ahora lo comentaba, los oficiales le escucharían.
– Your ticket please.
– Aquí tiene.
– Gracias – dijo tomando los boletos– Oh, veo que eres tú de nuevo.
– Si – dijo el anciano – ni nieta ya me comento que quiso subir al barco pensando que yo estaba arriba, mis disculpas, está un poco loquita – este comentario provoco que chica se pusiera roja de la cara, los oficiales como que dudaron y le pidieron sus papeles.
– ¿Los pasaportes? – La chica sintió un nudo en el estomago, todo estaba perdido y posiblemente los encerrarían mientras investigaban y el barco se iría, <<Aníbal se iría>>
– Ah, sí, un momento por favor – el anciano saco los boletos y su pasaporte, sonriéndole a la chica le indico que hiciera lo mismo.
– Pero yo… yo…
– Vamos querida – le sonrió – no le hagas perder más su tiempo a estos amables señores.
La chica no sabía qué hacer, en verdad el amable anciano no se daba cuenta del enorme peligro que suponía darle su pasaporte, como estaban las cosas en la actualidad los podían acusar de suplantar identidad o aun peor, ¡de terrorismo!, pero por más que quería explicárselo no hallaba la forma, volteo hacia él y al verlo en los ojos por un momento sus dudas se despejaron, era como si le trasmitiera un estado de paz y tranquilidad, era un sentido muy conocido, como el que trasmitía “él”, inconscientemente saco su pasaporte y se lo entrego al oficial.
– Mmm… bien, todo parece en orden – el oficial cogió el pasaporte y lo comparo con el del anciano – aunque… ¿dice que es su nieta?
– Si, es hija de mi hija, tal vez los apellidos no concuerden, pero puede ver que somos muy parecidos – dijo sonriendo y abrasando a Melis
– He… si claro, tome – le devolvió los pasaportes – Bon voyage!
Los dos subieron por el puente al barco, cuando Melis paso junto al guardia volteo, le enseño la lengua y se echo a correr, el guardia entre cerró los ojos pero el anciano que iba detrás poso su mano sobre el brazo del guardia – disculpe a mi nieta, es algo infantil – el guardia le sonrió y asintió con la cabeza, Melis corrió hasta estar en el barco, volteo a todas partes buscando, después de unos segundos a diez metros a su derecha encontró al chico que buscaba, levanto su mano derecha y se disponía a gritarle cuando alguien le agarro el hombro.
– Bien, querida, creo que aquí nos separamos.
– No, gracias a usted pude subir, en estos días que estaremos en el barco quisiera agradecerle de algún modo, dígame, en que habitación esta.
– En la setenta y siete pero no te preocupes, no tienes que agradecer nada… bueno si… hay una forma… en cinco días es mi cumpleaños y tenía planeado pasarla con mi nieta pero como ya sabes no pudo venir así que me encantaría que vinieras con tus amigos.
– Claro, me encantaría y Aníbal no creo que ponga inconvenientes.
– Bueno, los estaré esperando a las ocho en de la mañana, entre mas sean, mejor, ah por cierto, toma – el anciano le enseño una mochila negra – no la andes dejando donde quiera, es muy importante – y con una sonrisa se la entrego.
– ¿Qué? ¿Cuándo?
– ¿Melis? ¿Eres tú? – Una mano le agarro por el hombro provocando que se diera la vuelta, esta al ver a la persona que le había interrumpido casi salta de gusto.
– ¡ANÍBAL! ¡Eres tú! – Melis se abalanzo sobre el chico y le abrazo. Aníbal, un chico flacucho, alto, de cabello revuelto y de lentes redondos después de unos segundos le intento separar.
– Melis, también me alegra verte pero debemos movernos, estamos en medio de la pasada – Melis se separo de él y volteo a los lados, la gente estaba parada entre ellos, mirándolos, como no sabiendo si decirles algo o no.
–Oh, perdón – tomo su mochila y se apartaron, caminaron unos pasos pero chica se paró de pronto – ¡El anciano! –. Melis regreso corriendo, volteo a todas partes pero no lo vio, Aníbal corrió tras ella.
– ¿Qué te pasa?, ¿Olvidaste algo?
– No… un señor, un anciano muy amable me ayudo a subir.
– ¿Cómo? Yo tengo tu boleto.
– Si, fue muy raro, déjame te cuento.

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